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¿Limones o limas? Un mal uso de una palabra conduce a un callejón sin salida, o “impasse”

Es importante entender cómo las diferencias lingüísticas y culturales pueden interferir con la resolución exitosa de un caso durante la mediación.

Dos años después de comenzar mi práctica legal, mi supervisor me preguntó si rotaría a una unidad diferente con casos más graves. Yo, instintivamente, dije: “Déjame hablar con mi almohada”. Me miró perplejo y cortésmente me preguntó si estaba teniendo un colapso mental. “Solo necesito pensarlo”, aclaré.  ¿Ves? Los angloparlantes “duermen sobre cosas”(sleep on things.) Nosotros, los hispanohablantes, “hablamos con nuestras almohadas”. Las sutiles diferencias culturales y de palabras pueden causar rápidamente una ruptura en la comunicación.

La comunicación es el proceso de intercambio de ideas, opiniones, hechos y sentimientos. Este intercambio es necesario para cualquier negociación. Una negociación exitosa en la que las partes llegan a un acuerdo satisfactorio depende de la eficacia con la que las partes se comuniquen entre sí. Si se produce una ruptura en la comunicación, la negociación puede detenerse o, lo que es peor, crear más conflictos.

En el mundo de la resolución de conflictos, la falta de comunicación y los malentendidos son barreras comunes para una comunicación efectiva. Un buen mediador trabajará para eliminar estos obstáculos, permitiendo que las partes identifiquen los problemas y exploren alternativas mutuamente aceptables a través de una comunicación significativa. El idioma es la herramienta más común de comunicación, y las barreras lingüísticas son la causa principal de los malentendidos.

Piensa en dos personas cuyas lenguas maternas son diferentes y que hablan y entienden el idioma del otro a un nivel muy básico. Pueden comunicarse, pero pueden encontrarse con el problema común de los falsos cognados. Los falsos cognados son palabras en un idioma que son similares en forma o sonido en un idioma diferente, pero que no están relacionadas etimológicamente. Un padre de habla hispana puede decirle: “Estaba enojada con mi esposo porque él piensa que es la elección de nuestra hija “assist” (ayudar) en la escuela”. Entonces puede preguntarse: “¿Qué tipo de ayuda le proporcionaría su hija?”. La madre estará confundida y no dará una respuesta lógica porque quiso decir que su esposo cree que es decisión de su hija asistir a la escuela.

El uso indebido de una palabra cambió todo el significado de la conversación. En inglés “assist” es ayudar, y para el padre, “assist” suena muy parecido a “asistir”, que en español significa asistir.  Debo confesar que cuando mi esposo me pide que compre limones todavía me detengo y pienso, “verde o amarillo”, porque en español lima es “lemon” y limón es “lime”. Estos pueden parecer ejemplos triviales, pero el impacto de estos malentendidos en las mediaciones puede resultar en un callejón sin salida innecesario.

Un mediador puede intentar superar un callejón sin salida, o impasse, si hay un desacuerdo genuino en las posiciones, pero esta es una tarea desafiante cuando el problema es la falta de comunicación debido al idioma. La falta de comunicación ciertamente ocurre cuando hablamos el mismo idioma, pero la probabilidad de que ocurra cuando las barreras lingüísticas y las diferencias culturales están presentes aumenta significativamente.

Un mediador que hable el mismo idioma que los litigantes y comprenda las sutiles diferencias culturales maximizará la comunicación mejorada y minimizará la frustración debido a que las cosas se pierden en la traducción.

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